37 años
Está en Monterrey
Artista visual
@_isaacolvera_
Interrumpí la investigación de campo de algunos proyectos. Comencé cosas pendientes
que no hacía por estar afuera, a mejorar las condiciones del taller y a leer
simultáneamente varias novelas. El desarrollo de un par de exhibiciones lo he continuado
a través de reuniones en video, con personas que también están auto confinadas. Aunque
en apariencia contamos con más tiempo al no desplazarnos, en todo esto se atraviesa la
decisión voluntaria por dejar de hacer lo que hacíamos y de refugiarnos en cosas más
íntimas. Este momento ha sido bueno para replantear los procesos del trabajo, para
escribir al respecto y tratar de organizar las marañas de aquí y allá.
Ha adquirido una dimensión protagónica, muy física. Al pasar la mayor parte del tiempo
semidesnudo porque no socializo, me siento conectado con el viento, la luz y la
temperatura. He perdido el interés en arreglarme cuando me levanto, como usualmente lo
hacía para verme con otras personas, pero ha aumento el goce por hacer ejercicio y
comer mejor. Percibo la piel como un suave trozo seda. Dejé de usar una costosa cera
antienvejecimiento, porque dejé de percibir fisiológicamente esa necesidad. Pero por otro
lado la hipocondría ha hecho de las suyas, porque cualquier cosquilleo, ardor o punzada
acaparan mi total percepción y como por influjo de la mente y en sinfonía, otras partes del
cuerpo responden. Se hace un merequetengue que me ha tenido yendo al médico para
escuchar que han sido cosas aisladas.
Va de la mano con la economía, el conocimiento y la compañía. A veces la siento como
algo lejano y otras como mi presente. ¿La vejez de qué? Me relaciono con ella a partir de
la ansiedad, de la incongruencia y del cuidado. La vejez por sí misma la rechazo si no
toma en consideración un proceso reflexivo y cultivado de envejecimiento. A veces uno
queda envuelto en una serie de relaciones que envejecieron, unas se petrifican y de otras,
brota mucha vida.
Me he vuelto más considerado con los parientes y familia nuclear. Les llamo a menudo, le
envío libros de ficción a mi madre y partituras a mi padre pianista por correspondencia,
quienes están con dos hermanos y varios parientes en una misma montaña. Les recibo
sus llamadas y platico anécdotas. La convivencia entre ellos que no solían pasar tanto
tiempo juntos, les ha hecho repensar sus relaciones. Me ha tocado escuchar a la mamá
que telefonea mientras se toma una copita, para platicarme la percepción que tiene de
ella misma en este momento y en general sobre su papel en la historia familiar. Por otro
lado, he intensificado el contacto con amigos en distintas latitudes, a quienes siento
familia y con quienes no hablaba tan a menudo por el absurdo tren de la vida.
Me hice víctima de la duda del encontrarme en persona con otros seres, por un temor
internalizado que asumo como cuidado de mí. Cuando otra persona quiere verme, le huyo
—tratándose de una intimidad impersonal que viene del cruising, que curiosamente había
tomado un lugar importante al lado de otras formas fundamentales para mi intimidad. El
confinamiento no me ha pegado tanto, porque de por sí desde que vine a Monterrey a
pasar un periodo corto, lo hice asumiendo una especie de autoexilio y reencuentro. La
pandemia me ha dejado, por el contrario, en un lugar más homogéneo con mis pares en
otros lugares. En este momento que el taller-oficina y la casa son lo mismo, la intimidad
comenzó a moverse de un lado al otro y la cama ahora es biblioteca, sala de juntas.
Adoro la cama. También le he dado espacio a otros seres vivos, arañas saltarinas,
lagartijas, incluso a una que otra cucaracha. No obstante, escribirme con otros sujetos se
ha vuelto más exigente y es como si lo impersonal de una intimidad que venía de un
cruising digital que culminaba en ghosting, ahora es el lugar de demandas y sentimientos
más serios, como en búsqueda de una ética distinta.
Me mantengo atento a varios grupos de debate en línea entre colegas, en los que
compartimos reflexiones para cuidarnos. Discutimos y ponemos en práctica ideas para
cambios favorables en nuestro sistema. De un grupo a otro se intercambia información, a
veces la misma que en uno suena impertinente y en otro boba, pero que en uno es
relevante y en otro transformadora. He procurado compartir convocatorias a empleos de
la universidad en que doy clases con otros colegas y de estar atento a relaciones de uno
a uno.
A veces, y desde un punto de vista económico, me gustaría dividir las que pertenecen al
“trabajo” de las que pertenecen a la vida desinteresada. Pero hasta el momento la
curiosidad no lo ha permitido. Me es relevante la distensión en el bar, la convivencia en
los estudios de los colegas, los encuentros casuales, el diálogo con amistades en áreas
abstractas y académicas, la charla con las personas de la lavandería, entre otras. Pero en
ocasiones, la naturaleza de lo que estoy produciendo me hace buscar relaciones sociales
pertinentes, que poco o nada puedo tratar desde una frialdad institucional. Por lo general
sucede que dichas relaciones transforman lo que estaba haciendo y la razón de haberlas
provocado.
Esa pregunta la asocio al replanteamiento de la experiencia estética, ahora que
modificaremos nuestros hábitos. Me entristece pensar que el contacto corporal se
criminalice por cuestiones de higiene y en ese sentido, creo que la economía creativa por
la que apostaría es una que vele por cualquier mecanismo que evite el encierro de
nuestros cuerpos y la dependencia tecnológica; que al hacerlo desarrolle formas
sustentables de vivir y que amplíe el concepto de arte. A partir de las tutorías que imparto
en la universidad, he notado que estudiantes en sus 20s, hicieron en este momento de
encierro un énfasis en prácticas artísticas de calle, performáticas y digitales. Áreas que
por lo general son complejas pero que carecen de una economía protagónica, y para las
que quizá sea éste un momento ideal.
¿Qué interrumpiste y qué has comenzado a causa de esta cuarentena?
¿Cómo ha cambiado la percepción que tienes de tu cuerpo?
¿Cuál es tu relación con la vejez?
¿Ha cambiado el rol familiar que interpretas?
¿Cómo experimentas tu intimidad durante esta pandemia?
¿Qué iniciativas tienes por tu comunidad creativa?
¿Qué relaciones sociales son relevantes para tu trabajo creativo?
¿Por qué modelos de economía creativa apuestas?
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