29 años
Está en Ciudad de México
Historiadora y educadora
Septiembre
@veracastille
¿Qué interrumpiste y qué has comenzado a causa de esta cuarentena?
¿Cómo ha cambiado la percepción que tienes de tu cuerpo?
¿Cuál es tu relación con la vejez?
¿Ha cambiado el rol familiar que interpretas?
¿Cómo experimentas tu intimidad durante esta pandemia?
¿Qué iniciativas tienes por tu comunidad creativa?
¿Qué relaciones sociales son relevantes para tu trabajo creativo?
¿Por qué modelos de economía creativa apuestas?
Interrumpí mis visitas a bibliotecas, archivos, fototecas y museos. Detuve mis idas a Ciudad
Universitaria y mis escapes a Morelos. Dejé de ver a mi familia y amigos, los primeros meses
estuve en un estado de alerta y de mucha ansiedad. También dejé de andar en bicicleta y mi
cuerpo ha perdido mucha condición a causa de ello.
Comencé a hacer proyectos personales relacionados con mi casa, me puse a pintar paredes y
adecuar el estudio a mis necesidades. El estudio había sido hasta hace unos años, un espacio
compartido, aunque en realidad era mucho más de mi pareja pues yo trabajaba a veces hasta seis
días a la semana en horarios muy variables. Este año que he pasado más tiempo en casa, sobre
todo desde que inicié la maestría, necesitaba tener mi propio espacio. De tal suerte que empecé a
adueñarme más de mi casa. Ahora leo, escribo y cocino más.
Me di cuenta de que en cualquier momento puedo enfermarme. Siempre he sido una persona
preocupada y precavida, sé los padecimientos que pueden afectarme, los accidentes que puedo
sufrir y los costos que conlleva una hospitalización. Sin embargo, con la pandemia he intentado
ocuparme de mi salud. El año pasado había adquirido un seguro de gastos médicos mayores, hice
mis chequeos anuales, atendí mis padecimientos dentales. Este año no he podido hacer lo mismo,
pero me he dedicado a cuidar más de mi cuerpo en el día a día. En casa cambiamos de lleno la
alimentación, dejamos las bebidas azucaradas, comemos lo menos posible carnes rojas,
intentamos balancear mejor los alimentos y comenzamos a tomar multivitamínicos y suplementos
alimenticios. Y eso ha cambiado mucho mi metabolismo, por ejemplo, la gastritis y las agruras
cesaron. La percepción sobre mi cuerpo ha cambiado en ese sentido, me gusta cómo me siento
ahora.
Sobre la vejez propia puedo decir que no tengo miedo a envejecer, no me apena decir mi edad ni
comenzar a tener canas y líneas de expresión. De hecho, soy bastante entusiasta con vivir más
años y obtener de ello más y mejores experiencias. Sobre la vejez ajena como la de mis padres, me
aterra, porque sólo puedo pensarla con tristeza. Últimamente, me lleno de pensamientos sobre
ellos y el cómo será cuando envejezcan, si los visito suficiente o no. Afortunadamente he podido
convivir con ancianos, tanto en el contexto familiar como en el laboral, y eso me ha permitido
entender mucho de este proceso. Sobre todo, me han enseñado a escuchar lo que tienen que
decir, poseen mucha más experiencia que yo y tomo mucho en cuenta sus recomendaciones.
No creo que haya cambiado mucho, siempre he estado muy al pendiente de mi mamá, papá y
hermano, sobre todo porque mi papá estuvo enfermo y estuvimos todos muy pendientes.
También me comunico mucho más con primas, tías, sobrinas, etc. Escribo más mensajes, hago
videollamadas, estoy más presente de algún modo.
Qué pregunta tan difícil, sobre todo porque de pronto pasa desapercibido este aspecto. Mi
intimidad en los últimos meses cambió muchísimo, sobre todo por distintos procesos personales
que he vivido durante este tiempo. Mi forma de relacionarme con mi pareja cambió al estar
encerrados juntos, hubo que reajustar tiempos, espacios y tareas domésticas. En ese sentido, ha
sido lindo estar juntos en ese aprendizaje. Por otro lado, la intimidad con mi familia extendida y
con mis amigas, ahora está atravesada por nuevas plataformas y formas de comunicación.
Me gustaría hacer algo con otras colegas para replantear las maneras en las que se están
generando contenidos online. Pero sobre todo, mi iniciativa es seguir señalando la precariedad
laboral del sector cultural, que ha crecido mucho más durante la pandemia, no sólo para quienes
trabajan de manera freelance sino también para quienes trabajan en instituciones por honorarios.
Ya es conocido el tema de la contratación por capítulo 3000. He platicado mucho sobre esto con
varios colegas y he escrito algunos textos al respecto.
Siempre es importante tener una buena relación con quienes trabajas. En mi caso, termino
haciendo muy buenas amistades en los espacios laborales y eso nos ha permito crear buenos
equipos. Pero también, pienso que es fundamental saber trabajar con gente con quien no
necesariamente tienes una amistad, ahí destaca la actitud profesional.
Apuesto por una economía creativa que, independientemente de las ideas que se generen,
quienes participen de ellas se conciban como trabajadores. Parece una cosa del siglo pasado, pero
me da la impresión de que en la medida en que olvidamos nuestra posición como trabajadores,
más perdemos el suelo de nuestro rol en el engranaje. No se trata únicamente del lenguaje, sino
de entendernos a nosotros mismos como tales, y frente a las instituciones. Ahora que se ha
demostrado que se puede trabajar desde casa, temo un poco por los trabajadores de la cultura.
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